Dejamos nuestra “primera casa”
Pasó el primer tramo tras nuestra llegada a la Copa y llegó el tiempo de empezar a transitar nuevos caminos. LA VOZ DE SAN JUSTO y AM 1050 dejan Salvador de Bahía, para ir a Belo Horizonte, con nuevas experiencias en lo laboral, pero con dudas en lo deportivo.
Ya pasó poco más de una semana del arribo de LA VOZ DE SAN JUSTO y AM 1050 a Brasil. Nuestra "primera casa", Salvador, nos empieza a despedir para dar lugar a seguir recorriendo los caminos que vienen por delante.
Una semana intensa, quizás con menos fútbol que color, pero con aspectos muy positivos en lo personal y laboral. Una ciudad gigante, en su mayoría poblada con gente de raza negra y muchas "favelas", que evidencian una clara división entre esos sectores y otros más renombrados.
Sería injusto contar una sola realidad en torno a lo que el bahiano que vive el día a día. Son tantos los estratos sociales que se visualizan en la calle, que el contraste es demasiado obvio. Como en todo sector de gran cantidad de población, están los que viven bien y los que tienen que salir a ganarse el sustento todos los días.
Desde lo laboral, Salvador nos regaló la posibilidad de varias visitas a espacios que entregan cultura y te sirven para ubicarte dentro de la geografía del país. Partiendo de la base que Salvador fue la primera capital de Brasil, la historia es mayúscula.
El paso del tiempo la fue relegando respecto a otras urbes más grandes y hoy más pobladas de este país, pero el encanto no lo perdió. Ayudado además por una zona de playas, que le permiten vivir del turismo que llega todo el año a disfrutar del calor constante.
Esta época del año es muy particular por sus cambios climáticos. El sol puede "picar" mucho cuando asoma, pero la lluvia es un condimento extra que tienen casi todos los días. Andar por la calle y tener que refugiarse de un "chaparrón" es algo que no sorprende.
Lo deportivo
Claro está, la presencia de nuestros medios en Brasil no son justamente para contar ello, sino que el objetivo es seguir la Copa América, lógicamente con la selección nacional como faro.
Lo deportivo nos hace ir de Salvador con un sabor agridulce. Poco de dulce en verdad, más de agrio. Lo entregado por el equipo de Messi y compañía fue pobre. Tal vez es muy rápido para dar un veredicto tan tajante, pero sí con mucha tela para cortar.
Los días fueron avanzando y el empate de Paraguay con Qatar le devolvió algo de ese ánimo perdido. La luz de esperanza sigue prendida, será ya un compromiso de Argentina de mantenerla prendida. Ojalá el equipo no se "apague" como el país el pasado domingo.
Fueron solo 90 minutos y quedan 180 por delante para que ese sueño que trajimos a cuestas siga en marcha. Es difícil, pero no imposible. El presente futbolístico no es demasiado alentador, pero mientras haya un poquito de luz, como dijo Gallardo, "no hay que dejar de creer", el problema es saber si acá "hay con qué".
Nos vamos de Salvador, sabiendo que hay una remota posibilidad de volver (siendo tercero de grupo), pero para ello se deben dar una gran cantidad de variantes en los resultados y además nos tendría muy pendientes de saber sobre otros resultados, sin contar el sufrimiento por la eliminación.