El amor por Diego no se mancha
Diego Armando Maradona transitó hoy un caótico paso a la inmortalidad de la mano de un país estremecido en dolor ante la pérdida de su héroe deportivo nacional más grande de toda la historia.
El pueblo argentino le brindó un conmovedor homenaje a la altura de los recibidos por los más importantes próceres de la Patria durante un masivo velatorio que quedó inconcluso por los incidentes registrados en horas de la tarde dentro y fuera de la Casa Rosada.
Como previa de ese acto de afirmación para la memoria colectiva, sus familiares más directos, amigos y allegados le dieron el último adiós a cajón abierto en una ceremonia fúnebre íntima.
El Estado nacional rindió todos los honores para el astro argentino campeón del mundo. El presidente Alberto Fernández fue el encargado de colocar sobre su féretro una camiseta de Argentinos Juniors, club de sus amores y primer escudo defendido por el astro en su trayectoria de leyenda.
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner visitó el lugar por la tarde, dialogó con la familia y le ofrendó al Diez una camiseta de Gimnasia y Esgrima La Plata que depositó sobre el cajón.
El país entero estuvo envuelto en un clima de inmensa sensibilidad, emoción y fervor a lo largo de toda la jornada, caracterizada por la festividad de la mañana y la violencia desatada a la tarde cuando se acercaba el horario del final del velatorio y todavía miles de hinchas pugnaban por llegar al hall central de la Rosada.
Las puertas para el público se habilitaron pasadas las 6 y los fanáticos comenzaron a despedir a Diego tras permanecer, en promedio, entre cuatro y cinco horas desde su llegada al microcentro porteño.
Cuando la situación se desbordó dentro de la sede de Gobierno, la seguridad del lugar retiró el féretro del hall central y lo puso a resguardo junto a su familia en el Salón de los Pueblos Originarios, donde trascurrió la ceremonia familiar a la madrugada.
La autoridades gubernamentales, en acuerdo con los seres queridos de Diego, acordaron extender el funeral hasta las 19 pero la situación no se calmó. Un grupo de hinchas tomó un emblemático patio interno de la Casa Rosada y en el exterior el ambiente se hizo insostenible con gente trepada a las rejas.
Al margen de la violencia, la jornada tuvo otro hecho repudiable: la viralización de una foto de su cuerpo tomada por personal de una casa velatoria del barrio porteño de La Paternal, donde los restos hicieron escala anoche antes de llegar a la Rosada.
Como un resumen de su vida, la despedida del Diez fue caótica, polémica, incorrecta, visceral y fervorosa. Pero una firme convicción de corte maradoniano quedó con la conciencia colectiva más allá de lo sucedido: la pasión por Diego no se mancha.