Es de "hierro"
Rodrigo Ferrer vivió el pasado domingo una experiencia de vida que jamás olvidará. Logró finalizar el exigente Ironman de Mar del Plata y por primera vez disfrutó de la sensación de convertirse en un "Hombre de hierro".
"Nunca sufrí tanto como lo hice en Mar del Plata", relata Rodrigo Ferrer en un pasaje de la charla luego de haber completado el Ironman que por primera vez se realizó en esa ciudad. Y no es para menos: esta primera experiencia en la distancia larga del triatlón la hizo en condiciones muy adversas como un mar picado, viento y llovizna, pero completa la frase aclarando que el solo hecho de cruzar la línea de meta "calma todos los dolores".
Ferrer, de 41 años, es viajante. Y no es un dato menor si se tiene en cuenta que pasa gran parte de sus días sentado detrás de un volante y quizás no tiene la misma disponibilidad de horarios que otros triatletas, pero no lo pone como excusa.
En la previa de su viaje a Mar del Plata le contó a LA VOZ DE SAN JUSTO que a pesar de las limitaciones por su trabajo le ponía voluntad para encontrar tiempo y espacio para perseguir un sueño que lo desvelaba hacía rato: correr un Ironman.
Aunque parezca repetitivo, siempre es bueno recordar que esta prueba presenta números que asustan: 3,8 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y 42 a pie. Ferrer logró llegar a la meta -era su objetivo- con un tiempo de 13 horas, 25 minutos y 25 segundos. El lugar que ocupó en la clasificación poco le importa ante la satisfacción de la misión cumplida.
- -¿Cómo fue la carrera?
La gente me decía que fue una natación bastante tranquila, pero para mí fue como pelear contra un monstruo porque era la primera vez en mi vida que nadaba en el mar, así que fue todo un desafío. Pero hice tripa y corazón y allá fui. Superando todas mis expectativas -porque pensaba hacer entre una hora y media y una hora cuarenta- salí del agua en 1:25. Así que ya con eso me puse bastante contento.
- -¿Y la parte de ciclismo?
Yo pensé que iba a ser el fuerte mío, pero estuvo muy duro porque hubo mucho viento en contra en gran parte del circuito. Eso hizo que el promedio de velocidad fuera de 22, 24 kilómetros por hora. Ahí me exigí bastante y pude meter un promedio de 28,3 o 28,5 que con el viento que había era bastante alto. Yendo a 24 -que para nosotros es una velocidad de paseo- pasabas gente a lo loco, así que imaginate lo que era el viento.
- -Después vino lo peor...
En mi mente solo estaba bajarme de la bici y terminar como sea. Y así fue. La primera vuelta de 14 kilómetros de pedestrismo la corrí entera con un promedio respetable, en la segunda vuelta ya hacía intermitencias entre correr y caminar y ya era todo una cuestión mental. Me decía "dale que hay que llegar", y así completé la vuelta. La tercera vuelta, con el aliento de mi mujer, la completé como pude. De los 14 kilómetros a la mayoría los hice no caminando porque eso ya ni era caminar y los últimos 2 kilómetros los corrí como para entrar en la alfombra corriendo.
- -Una experiencia bastante dura...
Fue una carrera durísima para mí. Si bien no tengo con qué compararla porque fue la primera, he hecho carreras de ciclismo largas y nunca sufrí tanto como lo hice en Mar del Plata. Pero la energía de llegar, de cruzar ese arco te hace sobreponerte a un montón de cosas: dolores que jamás pensaste que ibas a tener, en la planta del pie, en la ingle, en la espalda... Así y todo uno termina. Esto va más allá de un mérito deportivo sino que es un desafío mental increíble. Obviamente estoy muy contento y conforme de haber terminado.
- -¿Fue como para dar por cumplido el sueño o te alienta a ir por más?
Es muy pronto para pensar en eso. Hoy diría "nunca más hago una locura así". Pero sí, haber concretado el objetivo te motiva a embarcarte en otra aventura en algún momento. No en el futuro inmediato, porque el desgaste más mental que físico es importante. Si hoy me preguntás, te digo que tengo ganas de hacer todo lo que no pude hacer en los últimos 6 meses y nada de eso involucra entrenar. De momento quiero limpiar la cabeza de tantas horas de entrenamiento, dedicarle tiempo a la familia y a otras cosas.
- -¿Qué repercusiones tuviste?
Fue espectacular. Me escribió gente con la que tenía poco contacto cotidiano pero al ver la noticia me mandaban un mensaje. Y casi todos coinciden en una cosa: que estamos locos. Es lo primero que te dicen. Nadie puede entender cómo un cuerpo puede soportar semejante castigo durante más de 13 horas. Pero bueno, acá estamos los locos, haciendo lo que nos gusta.
Un reconocimiento especial
Rodrigo busca reconocer el esfuerzo, la fidelidad y el apoyo de los acompañantes de los atletas, esos que nadie ve y los que no reciben una medalla, pero que son muy importantes para no claudicar en el intento, más cuando el cuerpo dice que ya no puede seguir. Para Ferrer, esa compañía especial fue su esposa Susana. "Estuvo 13 horas bajo el viento y la llovizna, y solo me veía pasar 15 segundos en cada vuelta. Todo ese tiempo esperando para darme un grito de aliento cada tanto. Eso para mí es invalorable, se merece una medalla de oro", cuenta el sanfrancisqueño.