Inmersa en sus propias dudas
La selección argentina igualó 1 a 1 con Venezuela en el Monumental y no pudo mejorar su situación en la clasificación de cara a la próxima Copa del Mundo. Un gol en contra de la visita lo salvó de la catástrofe futbolística.
POR GABRIEL MOYANO
BUENOS AIRES.- Los silbidos del final fueron el corolario de
una noche fría, desdichada y dramática. Había empezado con toda la ilusión y
finalizó con la desilusión a flor de piel.
La selección argentina empató 1 a 1 con Venezuela en el Monumental y dilapidó una gran oportunidad de revertir la imagen y dar un paso importante hacia la clasificación al próximo Mundial.
Y el hecho de que el empate argentino llegó por un gol en contra del rival, acrecenta aún más la preocupación que genera un resultado que no es para nada el que se esperaba.
John Murillo, a los 4' del complemento abrió la cuenta para Venezuela y Mikel Villanueva, contra su propia valla 4 minutos después anotaron los goles del primer tiempo.
Con este resultado, la selección continúa en zona de Repechaje y deberá afrontar las últimas dos fechas a todo o nada si quiere entrar directamente a Rusia 2018.
Empezó como un torbellino
"Si pasan 15 minutos y no hay un gol, la gente se va a poner
impaciente y eso va a afectar negativamente", se escuchó decir en la previa del
encuentro de anoche entre hinchas y periodistas. Pasaron 15 minutos y pasó un
tiempo entero, pero el equipo contagió tanto desde adentro que el público no
hizo otra cosa que alentar.
El equipo creó alrededor de 10 situaciones muy claras de gol. Más allá del nivel de un rival de inferior fuste, la selección mostró un juego atildado, de asociación y con claras intenciones ofensivas.
Salvo los minutos posteriores a la lesión de Di María, el resto del primer capítulo Argentina fue una locomotora. El Fideo fue desequilibrante y esta vez estuvo acertado en el pase final, pero faltó la definición. También fue bueno lo de Acosta por derecha y las llegadas de Banega.
En cuanto al tridente, esta vez hubo mejor conexión y sobre todo Dybala se mostró más participativo.
Hubo de todo: jugadas individuales, centros, disparos desde afuera del área y tiros libres. Mascehrano lo buscó a Icardi y el arquero le tapó el gol al delantero del Inter cuando apenas corrían dos minutos de juego. Luego intentó Messi y Ottamendi en el rebote, Di María desparramó defensores por la izquierda y no pudo conectar bien con Icardi, más tarde Messi lo buscó al del PSG, que la bajó y otra vez no encontró interlocutor en Icardi.
Cuando Di María lo pudo encontrar, el atacante se tiró al piso y conectó pero Fariñez reaccionó bien. En el rebote no pudo Dybala. El de la Juventus también tuvo la suya cuando probó desde la derecha y su disparo salió apenas desviado.
Todo esto, en 22 minutos de juego. La selección se mostraba como un equipo aceitado, frenético pero paciente. Pero Di María sintió un tirón y debió dejar la cancha. Acuña lo reemplazó y el equipo acusó el golpe.
Tardó 10 minutos en volver a pisar el área rival. Acuña bajó un centro y Dybala le entró mordido, luego un tiro libre de Messi se fue cerca y en la última del primer tiempo el 10 del Barcelona buscó con un remate potente pero el portero venezolano la sacó al córner.
Terminó siendo una lágrima
No se dio el gol en la primera parte, pero el entusiasmo hacía
presagiar un segundo tiempo fructífero. Sin embargo, un baldazo de agua helada
congelaría al Monumental: la Argentina quedó mal parada en un avance y la
contra fue letal. Murillo quedó solo y definió con clase frente a Romero.
El estupor se podía sentir. La pesadilla de estar perdiendo ante el modesto Venezuela era real. Pero el equipo no alcanzó a entrar en la total desesperación antes de que llegara el empate. Acuña maniobró bien por izquierda y llegó hasta el fondo. Cuando lo buscó a Icardi se encontró con el pie de Villanueva, que en su afán por rechazar la mandó a la red.
El toque de fortuna volvió a poner a la Argentina en el partido. Pero el nerviosismo se fue acrecentando a medida que pasaban los minutos. La selección perdió la compostura, no hubo más sociedades ni llegadas claras. Todo fue un torbellino. Encima, cuando perdía la pelota quedaba a la merced de una nueva contra local de la visita y para colmo el árbitro chileno Roberto Tobar Vargas parecía empezar a pitar en contra.
Benedetto ingresó por Dybala, pero luego Pastore reemplazó a Icardi, por lo que el esquema no varió demasiado.
Los minutos finales estuvieron cargados de dramatismo. La selección procuraba pensar cada pelota pero la gente no tenía tanta paciencia. Los intentos eran infructuosos por la vía que fueran.
Ya se jugaba tiempo adicionado cuando Venezuela casi acierta otra contra en lo que pudo haber sido otra catástrofe. La escena de Romero pidiendo con desesperación el balón y el alcanzapelotas tirándola atrás del cartel publicitario graficó fielmente el momento de tensión que se vivía.
Se moría el partido, Messi lo buscó a Pastore y el cordobés no pudo con Fariñez. Fue la última jugada de la noche y con ella se fue la ilusión de lograr un triunfo que hubiera sido muy valioso para afirmar las intenciones de estar en Rusia 2018.