Tristes, pero con la cabeza en alto
Así se fueron los ingleses del estadio, pero nunca dejaron de aplaudir y agradecer a su selección. Inglaterra venía jugando casi de visitante en todos sus encuentros, pero ayer, se encontró con un apoyo absolutamente descomunal.
De los croatas, lo esperado, lo demostrado hasta ahora en cada partido. Mucha gente, mucho color, mucho canto y esa llamativa camiseta cuadriculada que tanto genera atención, eso sí, todo este combo, acompañado siempre por amabilidad y simpatía, cosa que los ingleses no derrochan tanto.
El dato llamativo de la jornada, fue la aparición de un número importante de ingleses, quienes por un motivo netamente político, no asistieron en masa a Rusia, incluso intentando en la previa de esta copa, boicotear la presencia de su pueblo en el desarrollo de la misma, que paradójicamente, les termina regalando una de las mejores campañas de su selección luego de 28 años de no conseguir arribar a semifinales.
Si llegaron los ingleses, lógicamente llegó la cerveza. Mucha en la previa, banderas por todos lados y mucho ruido que comenzó desplegándose en las adyacencias del Luzhniki, pero terminó trasladándose a su interior, ya que los creadores del fútbol, fueron quienes llevaron adelante la fiesta durante el desarrollo de los 90 minutos reglamentarios, para luego irse apagando lentamente, mientras veían consumarse la derrota.
Croacia, con lo suyo, ni más, ni menos. Se instalaron en una de las cabeceras y desde allí alentaron, aunque con un poco menos de "folklore" que su rivales de turno.
Las postales del cierre fueron absolutamente opuestas. Los croatas inmersos en una alegría que seguramente nunca tendrá fin y los ingleses, tristes, pero con la frente en alto, agradeciendo el resurgir de su fútbol, ilusionados con la nueva camada, atrapados a la ilusión de lo que se vedrá a futuro y no es para menos, tienen con qué.