Ultramaratonista solidario en Europa
El ultramaratonista Sebastián Armenault, de 50 años, unió las capitales europeas de Londres (Inglaterra) y París (Francia) para ayudar a tres comedores con los kilómetros recorridos, donde soportó temperaturas bajo cero, granizo, nieve y lluvia.
"Uní Londres con París, esta vez en bici, por primera vez. La idea es la de siempre: hacer donaciones por cada kilómetro recorrido. Fueron 432 kilómetros pedaleados (sin contar el cruce en ferry por el Canal de la Mancha) en ocho días. Una experiencia nueva y dura pero hermosa a la vez", explicó el argentino Armenault.
Con el apoyo logístico de Shimano y la colaboración de sus sponsors, en especial Weber Saint Gobain, en las donaciones a tres comedores distintos, el ultramaratonista completó otra proeza deportiva.
La aventura comenzó en la embajada argentina en Londres y terminó en la de París, donde lo más duro fue hacer este recorrido en el invierno europeo.
"Pensamos hacerlo antes pero primero el Senado presentó la segunda edición de mi libro Superarse es Ganar y luego me entregaron el Premio Favaloro al Deportista Solidario del Año.
Eso demoró todo y nos agarró una ola de frío, de hasta 5 grados bajo cero. Encima yo no soy un avezado ciclista. Por suerte fui con Gloria Cáceres, que sí tiene mucha experiencia y me ayudó", resaltó.
Armenault cambió su vida hace diez años, cuando descubrió el running, dejó su trabajo en una empresa y se dedicó a correr ultramaratones (de 150 a 350 kilómetros) en los lugares más increíbles y peligrosos, desde el Desierto de Sahara hasta una mina 850 metros bajo tierra, pasando por el Amazonas o el Polo Sur.
Todo con fines solidarios, donando por cada kilómetro recorrido y ahora, por caso, consiguió 864 kilos de materiales de construcción de Weber (dio el doble de lo que corrió Seba), 432 pares de zapatillas, 432 kilos de leche en polvo, 432 kilos de cereales, además de dos desfibriladores, chupetes y mamaderas, entre otras cosas.
Estas donaciones serán llevadas a tres comedores con necesidades urgentes: Jardín de Dios de José C. Paz, Mis Chicos en Ezeiza y Mi sueño en Pilar.
"Ayudar me hace sentir muy bien y en eso tengo que agradecer, sobre todo a Weber y a su programa la Huella porque siempre está, en cada emprendimiento. Que te ayuden a ayudar es lo más gratificante", contó.
En 2017, Armenault escaló el Aconcagua en febrero y corrió la Racing Madagascar (150 kilómetros) en julio. Además, en ese segundo viaje, compartió dos días con el Padre Pedro -argentino que fue candidato al Premio Nobel de la Paz- y en uno de los días de descanso en la carrera organizó picado de fútbol de chicos en una aldea muy pobre de ese país africano.
"Cuando todo terminó me senté a ver cómo cada chico se retiraba con su familia, todos unidos y felices. Y entonces pensé, ¿hace falta algo más? ¿Se necesita ganar una carrera o batir un récord? Para mí poder hacer realidad un sueño así es todo, no tengo necesidad de ganarle a nadie...", relató a quien en Madagascar apodaron el "Robin Hood" argentino.
Ahora, en Europa, le devolvieron gentilezas y a él le llegó la hospitalidad y buena onda de la gente.
"Ibamos en la bici con la bandera argentina y muchos nos alentaban, nos gritaba en el camino. Algunos nos decían 'Argentina', otros Messi y algunos Maradona. Pero nadie nos recordó Malvinas ni nos tiró mala onda. Al revés. Cuando te ven haciendo un esfuerzo, buscando ayudar, todo el mundo te desea lo mejor", cerró.
El 2018 tiene otros objetivos, porque en marzo correrá los 180 de Vietnam por muchos de los senderos que se usaron en la guerra contra Estados Unidos.
En agosto ascenderá al Kilimanjaro, un cerro imponente situado en Tanzania y para diciembre le quedará el Ironman de Mar del Plata.