Un presente angustioso
En el día después del papelón, las preguntas son miles. ¿Habrá Nigeria puesto ante nosotros una última oportunidad? ¿La aprovecharemos? ¿O dejaremos agonizar y despediremos un ciclo que se está dejando morir? Desde Moscú, el análisis.
POR LUCIANO OLIVERO
El pitazo final ante Croacia que coronó una derrota lapidaria para la Argentina, seguramente será recordado por mucho tiempo, especialmente porque consideramos desde aquí, que quedará grabado en la lista negra del fútbol de nuestro país.
Sin dudas lo que vivimos es un final que venía siendo anunciado desde la muerte de Julio Grondona en 2014, cuando el fútbol argentino perdió el norte y entró en un agujero negro, pero como si eso fuese poco, la explosión final del ciclo, parece haber sucedido en solo 45 minutos, especialmente en los del segundo tiempo, cuando el equipo se derrumbó y mostró una de las peores imágenes futbolísticas vista en muchos años, preocupante, por la incapacidad de recuperación ante el primer error garrafal, cuan "Willy" Caballero quiso despejar otra de las tantas pelotas que zozobraron en sus pies sin tanta mala fortuna anterior, y ante Rebic que aprovechó la ocasión para meter una volea en la red.
Allí, el golpe. La aparición de una pesadilla. Lo que continuó, se trató de un partido en el que un equipo -la Argentina- tenía que salir a ganar porque estaba dos puntos debajo de su rival, pero nunca supo cómo resolver porque en este caso, entre tantas pruebas de laboratorio en un año de Sampaoli, el entrenador resolvió jugar con una línea de tres compuesta por jugadores que jamás participaron juntos del procedimiento, dos laterales-volantes que no sumaron ni en ataque ni en defensa, dejó solo una vez más a un insípido Lionel Messi, y en vez de colocar a Cristian Pavón para tener más profundidad y ayudar a Sergio Agüero, dejó completamente solo y aislado al goleador del Manchester City. Cambios sin argumentos, planteos ilógicos.
Sampaoli es caprichoso, eso es cierto. Pero suena también excesivo el hecho de endilgarle esta "casi" eliminación en primera rueda del Mundial al director técnico, que tiene su cuota parte de responsabilidad, no cabe duda, pero también existen mil razones que podríamos citar, entre ellas, la más importante, los tres cambios de entrenador en cuatro años, de Alejandro Sabella a Gerardo Martino, de Martino a Edgardo Bauza y de Bauza a Sampaoli, que provocaron un desconcierto y una ausencia de identidad de juego.
El fútbol argentino sigue tocando fondo. Y aún, a pesar de todo, tenemos chances de clasificar, pero es una obligación, tratar de no tapar el sol con un dedo y pase lo que pase o lleguemos a donde lleguemos, por magia o méritos propios, tenemos que profundizar y ejecutar un cambio rotundo en nuestro fútbol y enterrar de una vez por todo las malas decisiones de años.
Serán horas de tensión las que se vienen, las que vivirá el plantel argentino, con la mochila de las finales perdidas y con la enorme distancia que se fue generando con la gente a partir de su desinterés por todo lo que les rodea, a excepción de familia y amigos, que cada gol en contra es un terremoto y da lugar a situaciones irrecuperables.
¿Podremos salir de este nefasto momento?, ¿Podremos leer las necesidades y pensar en futuro? Lo más increíble es que al menos hasta hoy, hay algún resquicio de chance de clasificación, lo cual ya entraría en otra enciclopedia, visto lo visto en estos años: la de los milagros nacionales. Quién dice que los 40 millones de argentinos no hagan fuerzas y ayuden a este equipo desvalido en lo futbolístico y lo anímico. Será cuestión de esperar.