Una huella para toda la vida
Tras casi 45 días lejos de casa y en un mundo absolutamente diferente, les regalo mi concepto final sobre esta cobertura. Expresar y agradecer, todo lo que Rusia 2018 me ha regalado. Fin de este viaje que perdurará por siempre en mí corazón.
(POR LUCIANO OLIVERO, desde Moscú)
Me da pereza escribir esta columna, o tal vez nostalgia, no sé como llamarlo. Siento que tengo que cerrar esta cobertura con algunas palabras, pero a la vez no quiero. Esta responsabilidad que me dieron caló hondo en mí, y la vivencia después de 45 días, deja huella, y muy profunda.
Mi primer pensamiento me regala dos conceptos que se contradicen: La inmediatez con la que uno tiene que trabajar, es absolutamente desgastante, pero real, es que convivimos en un día a día donde estas nuevas tecnologías y el nuevo periodismo dan a entender que solo sirve aquello que mostramos con espontaneidad, con mucha imagen y poco contenido, con rapidez y sin sentido, en algunas ocasiones. Pero que maravillosa es la vida y que de conceptos bellos nos deja a diario. En un presente donde la inmediatez lo es todo, el mejor instante de mí carrera periodística no llegó con inmediatez, todo lo contrario, se sembró, echó raíces, creció y tomó vida; desarrolló un proceso de 15 años.
Todas las cosas maravillosas de mí vida llevaron tiempo en aparecer. Tarde 25 años en ser padre, 29 años para conocer al amor de mi vida y casarme, 34 años para tener mí primer viaje al exterior, 15 años de periodismo para cubrir mi primer mundial. Las cosas que dejan huella, no son inmediatas y me genera felicidad visualizarlo, creo que podré dejarle un mensaje a mí hijo Juan, un mensaje de enseñanza, que al fin y al cabo es lo que me termina de regalar esta cobertura, mucha enseñanza.
¿Mira cuando cubras un mundial? Me decían mis amigos en la plaza, cuando éramos chicos y yo relataba el "picadito" sentado en un banco. Ese día llegó, pero para que llegué, tuvo que correr mucha agua debajo del puente, incluso tuvo que aparecer una persona, la persona que confíe en mí, la que cambie mi destino, a la que deba responderle con honestidad por el resto de mis días.
Él es "Goyo" Martínez. Nuestro director. Tal vez él no recuerde muchas cosas, es que ser solidario en su vida es un habitué, pero yo no me olvido, jamás. Él apareció en un momento duro de mí vida, durante un banco de mucha soledad. "Vas a trabajar conmigo" - y me dio hace casi 10 años, un trabajo estable y en blanco, pero además, me dio vida y privilegios, porque indirectamente me abrió las puertas a que "labure" de lo que estudie y lo que más amo y eso, sin dudas, se llama felicidad.
"Goyo" me acarreó para su plantel, pero nunca me soltó la mano. Me hizo crecer gradualmente, me dio responsabilidades a medida de que iba viendo mis respuestas, me aceptó como relator y cronista, me puso objetivos que fui cumpliendo y él los fue valorando. No me regaló nada, o sí, tal vez lo más importante, su confianza, yo respondí, con errores, tropezones, pero de pie, caminando siempre para adelante y defendiendo los colores de estos medios. Siento la necesidad de citarlo, porque sin él, no habría historia. Yo llegué a enojarme con él. Pensaba que Brasil 2014 tenía que ser mí oportunidad, que estaba preparado, pero me dijo "no, aún te falta" y recién me soltó al mundo en 2015. Créanme que tenía razón. Yo no estaba preparado, tal vez recién hoy, comienzo a estarlo. Mi agradecimiento para con él y su bella familia, será eterno, sin su acobijo como un "padre laboral", esto no hubiese sido posible.
Por estas cosas entonces, es que acá estoy, porque cumplí, pero también sembré. Miles de viajes con Sportivo, miles de tardes en el Baby, en la Liga Regional, en la Liga Rafaelina, miles de notas pequeñas, siempre escribiendo con profesionalismo, sea el deporte que sea, compartiendo, aprendiendo de mis compañeros, escuchando, intentando siempre trabajar en grupo, uniendo las fuerzas, es considero que el individualismo solo conduce al fracaso.
De aquellos comienzos relatando la Liga de Frontera con solo 19 años, a cubrir una Copa del Mundo en Rusia, en la otra extremidad del mundo. ¿Quién lo diría no? Pues se dio.
Que los sueños se cumplen, no tengo dudas que sí. Me preparé, me exigí, resigné mucho tiempo, pero lo conseguí. Me costó hacerle entender durante todo este tiempo a mí familia que estaba luchando por un sueño. Me costó que ellos entendieran que para recibir, siempre hay que dar más del doble. Pero lo entendieron, y tanto Gise como Juan, se transformaron en mis dos pilares fundamentales para este desafió, pero especialmente para mis fuerzas diarias, porque uno para poder llegar acá, tiene que estar fuerte de antemano, sólido y estable en su vida y ellos me regalan estos placeres.
A esta cobertura no la logré solo. En San Francisco me respaldó un batallón y ustedes tienen que saberlo: Mile, Cony y Gonza desde lo organizacional, en todos los detalles, todos los días. Pero además un grupo de compañeros que entendió que la cobertura es del medio, es de todos, y no mía. Los operadores en la radio; Walter, Hernán, Carlin, Steffy, Angie, Adrián, siempre sonrientes enlazando historias entre esta Rusia y nuestra ciudad. Fabián, editando notas y videos, con una alta calidad de trabajo, Leo, desde lo técnico, ayudándome cuando los problemas salían a la luz en nuestros equipos. Ceci, Manu, Santi, Nico, desde el diario, en los detalles digitales y en el color de la cobertura, Franco Bargas y Franco Guerra en deportes, ayudando a solidificar mis conceptos deportivos de esta copa. A nuestro departamento comercial, Mariano, Ceci, Marisa, Denis, por todo el esfuerzo que hicieron confiando en mí. A todos ellos, gracias, muchas gracias.
Soy consciente de que si bien hubo muchas cosas positivas, otras deben haber faltado, eso es cierto, pero créanme que lo intenté todo, a toda hora y durante todos los días.
Dejo Rusia con la satisfacción de haber sido parte del evento que todo el mundo mira. Dejo Rusia con la satisfacción de haberles cumplido a nuestros oyentes y lectores, quienes se merecen una cobertura de alta calidad y distinta a las demás y sin ellos, cada una de nuestras historias no tomarían vida, ni tuvieran sentido. Dejo Rusia satisfecho de haber respaldado con trabajo, el apoyo incondicional de muchas empresas que confiaron en nuestros medios y que seguramente a partir de hoy, lo seguirán haciendo con más frecuencia, a ellos, también muchas gracias.
Todo el día de día, las comidas, el idioma, la ausencia del inglés, las largas distancias y la diferencia horaria me fueron desgastando lentamente y llegó a este cierre de cobertura con "lo poco que queda de mí", pero feliz y agradecido.
Puede que esta columna sea más una especie de catarsis que un informe periodístico, puede ser, pero créanme que la pausa entre el análisis profesional y la expresión de sentimientos, siempre es necesaria, por sobre todas las cosas para agradecer, porque la base de los logros siempre es el agradecimiento y la valoración.
Rusia cerró sus puertas y nosotros fuimos testigos privilegiados. No fueron vacaciones, fue trabajo. Por algo FIFA nos elige como medios para acreditarnos oficialmente, como los únicos de la ciudad, uno de los pocos del interior de Córdoba y el país.
Sin toda esta gente que nombre, no habría historia, sin ellos, está huella no existiría, sin ellos, mi experiencia no tendría sentido, gracias por todo y a todos, perdón por las falencias y hasta siempre. Esta huella para toda la vida, sin dudas que nos abre más puertas para seguir creciendo. Desde hoy, ya habrá que sembrar nuevos objetivos. Salud, de eso se trata la vida.