Vivir activo
Aunque la temporada se mostró carente de competencias, Gustavo Rosso nunca abandonó su entrenamiento lo que se transformó en una forma de vida luego de la pérdida de su esposa años atrás. El atleta le apunta a su noveno Ironman.
La irrupción de la pandemia de coronavirus dejó vacío su calendario deportivo 2020, igualmente con el empeño y constancia de siempre no abandona su entrenamiento ese que lo sostiene saludable, física como psicológicamente, mientras quedó a la espera del año que viene cuando afrontará su noveno Ironman, exigente especialidad del triatlón, que resultó una bisagra en su existencia.
Deporte extremo que paradójicamente lo rescató de un punto límite al que lo arrastró años atrás el fallecimiento de su esposa -Solange Magnano- y en el que fue encontrando un significado más profundo, espiritual, una dimensión en la que los tiempos y la clasificación que conlleva la prueba siempre pasan a un segundo plano.
Por eso dentro del marco de escasez de competencias, la postergación de la prueba de Florianópolis prevista para noviembre próximo le dio igual, es que no representó razón alguna para alterar su planificación deportiva, esa que supo encender su motor interior para tener una vida más plena.
Exhibiendo entonces una perspectiva positiva, Gustavo Rosso (47), en una amena charla con LA VOZ DE SAN JUSTO, habló de la nueva experiencia que representó afrontar la atípica temporada como también la premisa de seguir incursionando en una disciplina que lo rescató del camino equivocado y lo colocó en dirección correcta para estar siempre activo, fortalecido para vivir.
-¿En una temporada atípica pudiste correr alguna prueba?
-Pude correr dos carreras, una en el Sport, el tradicional triatlón que fue el número 18 en San Francisco y un medio Ironman en Almafuerte organizado por el emblemático y olímpico Oscar Galíndez a fines de febrero.
A partir de marzo empezamos a prepararnos para el Ironman de Florianópolis programado para el pasado 31 de mayo, pero con la aparición de la pandemia se pospuso para el 8 de noviembre aunque hace unos días comunicaron que se suspendía y pasó para el 30 de mayo de 2021, a donde estamos poniendo toda la energía.
La idea es seguir entrenando con Gastón Montenegro, de motivarse en el día a día, tratar de sacar el mayor provecho posible a este tiempo diferente, como mejorar la técnica, aumentar volúmenes, de mejorar.
-¿Cómo te manejaste en la cuarentena?
-Fue durísimo, imagínate que los que hacemos triatlón de larga distancia, "endurance" como les llaman, son entrenamientos de muchas horas al aire libre, son semanalmente no menos de 10 kilómetros nadando, no menos de 400 kilómetros en bici, no menos de 50 kilómetros corriendo.
Soy sincero, al principio no entendía que estaba pasando, la primer semana no hice nada y los dolores en el cuerpo me sorprendieron, porque duele si entrenas mucho o duele si venís entrenando mucho y dejas de hacerlo, fue increíble, no sabía que podía ocurrir eso porque nunca había parado de entrenar en los últimos diez años.
Luego me organicé con los rodillos para hacer bici fija en doble turno y en un momento empecé a correr en mi patio que tiene 6 metros cuadrados, muy chiquito. Una tarde corrí 30 kilómetros, una locura, no es recomendable porque vas corriendo en redondo de un lado para el otro, y te molesta las articulaciones porque no tenés las postura adecuada para que el cuerpo funcione con normalidad.
Esta cuarentena fue una cuestión de supervivencia, de sacar la energía, una experiencia de vida única. Una prueba psicológica que invitó a apoyarse en los afectos, mis hijos, mi familia.
-La habilitación para hacer deporte fue un volver a vivir...
-El primer día que salí a correr lo juro por Dios se me cayeron las lágrimas, porque lo que hacemos es doble turno todos los días y estar algo más de tres meses encerrado en tu casa, más allá de la rutina que tenía, fue una liberación absoluta.
Es una frase hecha pero valoras las cosas cuando ya no están, creo que esta cuarentena nos hizo valorar mucho más los tiempos con nuestras familias, con nuestros seres queridos, de conocernos a nosotros mismos ante una situación totalmente extrema.
-¿Ante la falta de competencia de qué manera sostenes la motivación, de no decaer en tu preparación?
-Al no haber carreras algunos están entrenando menos, descansando, se han relajado un poquito, en cambio yo como no tomé este deporte por correr pruebas sino como una forma de vida, sigo preparándome igual porque siempre digo que el triatlón me salvó la vida, por su entorno, lo que te genera el entrenamiento, cuerpo cansado, la mente liviana, todo esto es lo que le saco al triatlón.
Otras personas le pueden sacar otras cosas, pero a mí me da un cansancio físico que me lleva a una paz interna muy importante. Por ejemplo en los entrenamientos cuando pasas las tres horas el cuerpo pasa un nivel que en lo personal lo tomo como de meditación, son momentos espirituales que no puedo llegar haciendo otra cosa. Seguramente la persona que hace yoga lo logra de esa manera, en cambio yo lo logro haciendo triatlón.
Entonces no me molesta que haya carreras, es más, si no tuviera que correr, seguiría entrenando exactamente igual. Eso es lo que resume un poco porque no se me cayeron las ganas. Es una necesidad espiritual primero y fisiológica después.
-¿Florianópolis será tu novena competencia extrema?
-El de Florianópolis sería mi noveno Ironman, aunque estoy buscando a ver si aparece algún triatlón en alguna parte el mundo para ir a correr antes. Esto comenzó como una forma de salir de un pozo depresivo por el fallecimiento de mi esposa (Solange) y así fue que para correr mi primer Ironman que se lo dediqué a ella estuve entrenando tres años.
Para mí es un número increíble. Una vez en el Ironman de México largue al lado de un señor de 70 años y por la noche en la fiesta de la carrera yo estaba sentado porque no me podía mover y este señor que había llegado a la meta estaba bailando en el medio de la pista.
Lo miré y me dije "por ahí va el tema", porque ese baile significó una filosofía de vida, porque tenes que entrenar, sacrificarte, pero si haces las cosas bien y no aparece nada raro en el medio, podes cumplir objetivos en la vida.
No se te baja la persiana, por ahí decís bueno la vida se terminó acá, se termina cuando vos decidís que no tiene sentido. Hay gente de 20 años o 40 que no le encuentra más la vuelta, y hay gente de 70 que parece que tuviera 20 años.
-Seguís firme en la actividad pero bien acompañado...
-Vamos a seguir con estas competencias extremas, la verdad que me siento muy bien y en esto tengo que agradecerle a la nutricionista Alejandra Rizzo, al kinesiólogo Leonardo Valsagna quien me hace la fisioterapia que es fundamental en la recuperación, Gastón Montenegro quien me entrena, como mi hermana la profesora de Educación Física, Alejandra Rosso que está siempre a mi lado. Y lógicamente a mis hijos Lautaro y Bruno que son el motor de todo esto.